jueves, 5 de octubre de 2017

—¿Qué lleva en su maleta? —Luces de colores, lo pasaré bien.

Eso dije en mi mente cuando la oficial me dejó abordar mi vuelo.

Lo acepto. Aún estaba ebrio. (Horas antes había bajado de Carretera a El Salvador y dormido una hora para estar a las 6 a. m. en el aeropuerto.) Pero le dije a la oficial que no bebía.

La noche anterior habíamos despedido a una amiga que se fue a vivir a La Antigua (o por lo menos esa fue mi excusa para enajenarme). Ya borracho le balbuceé al oído, "la otra noche tu hermana me preguntó por qué, si presumía conocerte-identificarme tanto con vos, no éramos más cercanos. Fue la noche que tembló. No supe cómo explicarle que no me acerco mucho a quienes se van. Que cuando quiero, quiero fuerte y me cuesta dejar ir. Que por eso quiero a muy pocas personas, animales y cosas. Porque no se irán, no sin mí. Aunque yo tienda a perderlas. Tu hermana me dijo que no podés curar a un enfermo usando su enfermedad como remedio. Que ya no podía ayudarte. Que yo también estaba enfermo. La otra noche le dije a mi primo que crecer sin burlarse del mundo y su moral era imposible, que dolía mucho y me recordé de vos y que te ibas."

En algún momento de la noche, ella puso esta canción y mientras me derretía en la pista pensaba en todas las noches que compartimos con las personas que queremos y cuanto quisiéramos que no terminaran nunca. Pensé en la gente que se fue, en lo que hicimos y dejamos de hacer, antes y después de ellas. Pensé en su hermana y en que si la quería ver, podía subir a buscarla a la habitación donde dormía. Por un instante, recordé a algunas de esas personas que no volví a ver.  Enumeré con quienes, algunas veces, sí nos habíamos visto. El vacío de no tener nada y la incertidumbre de no saber qué vendrá, se llenó de nostalgia, como si lo hubiera dejado todo en el pasado. Vi mi sombra intervenida por imágenes de aquellos lugares de los que sólo recuerdo el esmalte dorado del sol sobre el gris, donde se intercambiaban nuestras ingenuidades y algo nos tentaba a dejarnos ir, pensé en los lugares que no conocemos y concluí que la única vida que vale la pena ser vivida es aquella que merece repetirse.

Brindamos porque lo hablado, lo escuchado y lo bailado esa noche no se nos olvidara nunca. Cuando la oficial me dejó pasar, supe que a Costa Rica, llevaba buena suerte.


"Me colé en una fiesta" fue el tercer sencillo de Mecano, grupo español de tecno-pop, incluído en su álbum homónimo que debutó en 1982.

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