sábado, 27 de julio de 2024

La música no se mancha: una noche con Guy J en una de las ciudades más conservadoras de Brasil

Guy J en Surreal Park. Foto propia.

El productor y DJ israelí se presentó por segunda vez en menos de un año en el club Surreal Park localizado en Balneario Camboriú, Santa Catarina.

La primera vez que se presentó en el club asociado al paulista D-Edge, era diciembre y yo me encontraba en Guatemala por lo que esta vez lo aproveché también como justificación para ir a recargarme a una de las cuarenta y dos playas de Florianópolis. Creo que ya lo he mencionado antes pero la infraestructura aérea brasileira es sobresaliente: volé directamente desde Foz y en poco más de una hora ya estaba corriendo en el Aeropuerto Hercílio Luz porque no sabía si el bus que me llevaba de Floripa a Balneario pasaba solo en la terminal de buses o también ahí en el aeropuerto. Eso me hizo perder tiempo en el aeropuerto, perder mi taxi a la terminal y consecuentemente, el bus a Camboriú. Un poco molesto conmigo mismo por la situación, llegué a la terminal y conseguí otro bus para una hora más tarde de lo planeado. Llegué a Balneario Camboriú en la tarde-noche y caminé de la terminal de buses al hostel que había reservado. Creo que fue la segunda vez que me hospedé en un hostel en Brasil. A primera vista no me gustó, a tal punto que ni bien hice check in y me instalé, salí corriendo a buscar refugio en un centro cultural llamado Arthouse que tenía programada una función de la película "Frida, Naturaleza Viva" del cineasta mexicano Paul Leduc. Me pareció interesante que en la capital conservadora de Brasil se expusiera este tipo de contenido, así que caminé pensando que llegaría tarde. No solo llegué a tiempo, sino que me quedé al conversatorio posterior a la función y paré "de after" en un bar llamado Jardim Elétrico. La cosa fue tal que después de perder el taxi de regreso al hostel, me caí de la litera. Todavía me duele.

Balneario Camboriú de noche. Foto propia.

El día siguiente era el día de la fiesta así que por la mañana procuré recuperarme de la noche anterior. Por la tarde de nuevo escapé del hostel caminando por la Avenida Atlántica, que es como la rambla de la ciudad que resultó estar celebrando su sexagésimo aniversario. Así, en la noche, después intentar aprovechar una mesa de billar que había en el hostel y pasar un poco el tiempo, me fui a la playa central del Balneario donde acontecieron varios shows musicales entre los que destaco la presentación de la banda Serial Funkers que, con un repertorio con sonido funk, soul y de MPB (Música Popular Brasileira) y un frontman con una voz  y estilo particular, fueron la banda sonora de mi previa a Guy J en Surreal Park.

El club estaba a una distancia considerable por lo que caminar no era una opción así que llegué en taxi. El lugar donde se encuentra ubicado el club es una suerte de hacienda con varios tipos de suelo, la entrada al parque, donde también se encuentra el estacionamiento, parece un pantano por lo que al bajar del carro mis zapatos se llenaron de fango. Mostré mi ingreso, me revisaron y ya estaba adentro del parque que a diferencia del año pasado cuando fui a Tiga y Dixon, solo tenía activado el Bells Stage. El resto del lugar parecía un parque de diversiones abandonado en medio de la neblina. A pesar de que llegué relativamente al inicio de la fiesta, el venue ya estaba lleno. Mentira, no llegué al inicio. De hecho, ya había pasado el set del argentino DJ Teclas y el DJ brasileiro de ascendencia palestina Adnan Sharif ya iba casi por la mitad del suyo, del cual, me gustó cómo sonó cuando sampleaba la frase "World hold on" del clásico de Bob Sinclar en distintas partes de su set que, para quienes creemos que lo que escuchamos es afectado por lo que sabemos, partes de la letra original como "Instead of messing with our future, open up inside" o "One day you will have to answer to the children of the sky" vinieron a la mente. Fue un momento especial, fue como si estuviera diciendo que por un momento todo se detuviera (incluso las guerras) para que todos en el universo nos uniéramos y esparciéramos el amor. La tarjeta recargable que compré el año pasado ya no no funcionaba para comprar bebidas. La mecánica ahora era comprar primero unos tickets y después ir a las barras a cambiarlos. Me hice de algunas bebidas y fui buscando mi lugar en el espacio de la pista, primero por la derecha pero sin querer paré en una mesa de unos tipos que andaban con una pareja; uno de los tipos me invitó a la mesa y quería que probara el famoso lança perfume, a lo que me negué. Me ofreció un poco de md y eso sí un poquito. Al parecer, al amigo de este compa no le estaba gustando la situación porque cada vez que le hablaba me decía que no me entendía, aunque yo sabía que sí pero como que no muy le agradaba mi presencia ahí. La mala vibra del ambiente se confirmó cuando el compa que me había invitado a la mesa me dijo algo así como que a la pareja que estaba en la mesa yo no les estaba gustando. Me reí y poco a poco me fui por más bebidas. Llevaba puesta mi camisa conmemorativa de los treinta años de Time Warp por lo que en mi espalda se leía The truth is on the dancefloor.


Fotos: Surreal Park Instagram

Algunas de las columnas del escenario Bells del Surreal Park tienen repisas donde poner las bebidas así que me instalé en una de ellas, ahora a la izquierda de la pista, y ahí me entregué a la sesión de Guy Judah que por cuatro horas nos llevó en un viaje sonoro físico por lo bailado, mental por lo volado y emocional por los constantes instantes de introspección e intensidad que se intercalaban y escalaban, compuesto de temas propios y ajenos que, como buen DJ de progressive house principalmente, parecían un solo track largo, además, se sabe que la cabeza detrás de Lost & Found Records se asume más como productor, así que en sus presentaciones es normal que juegue mucho con los efectos o lleve uno que otro gadget, sin mencionar que muchas veces toca temas que no han sido publicados (y muchos nunca llegan a serlo) por lo que realmente no valía la pena intentar shazamear nada. Aún así, me sacó una sonrisa cuando tocó "We come" de Jonathan Karpar que también tocó Sven Väth en sus dos presentaciones en el Time Warp São Paulo y ya está en mi top 20-2024. Vaya track. Personalmente casi no saqué el teléfono para tomar fotos o grabar videos pues el set de Guy J cumplió con mis expectativas: perderme y encontrarme en la música que, aunque nuestro pasaporte nos marque con una invención como la nacionalidad o suene en lugares muchas veces hostiles con la diferencia hegemónica, no se mancha y, aunque no es capaz de cambiar el mundo, es capaz de ayudarnos a cambiar a nosotrxs acompañándonos incluso cuando el mundo parece acabarse, haciéndonos viajar dislocándonos para conocernos más y brindándonos espacios y tiempos para poder ser. Por algo se empieza. El dancefloor se despidió coreando "olé, olé olé, olé Guy J, Guy J" como si, por una noche más, el DJ les hubiera salvado la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario