jueves, 26 de octubre de 2017

Bailaremos sobre su sangre

Sólo porque aquí la escena es incipiente no significa que cualquiera pueda venir a "hacer” cualquier cosa. No importando la calidad ni el contenido. Pareciera que aquí “hacer” es suficiente. Ese estándar -mediocre- fácil de alcanzar, ha hecho que muchxs amateurs con recursos repliquen el modelo y un dancefloor underground, educado por los años en la escena (que aquí no lleva más de 15) y de no más de 500 habitantes, esté disperso -y buscando algo que no encontrará- en sus propuestas homogéneas, apenas conceptuales, nada constructivas -mucho menos identitarias- y sobre todo, pretenciosas.

Faltan generaciones para que esto cambie pero da pena ver el desperdicio de esfuerzo, aunque sea ajeno. Tercermundismo es invertir talento en mierda. En un futuro se les recordará como la sangre que tuvo que correr para que nosotrxs pudiéramos bailar.


jueves, 12 de octubre de 2017

Hernán Cattaneo en Costa Rica

Foto: Jhans Masco, Club Vertigo.
No son ni las 11 de la mañana del último día de septiembre 2017 en el aeropuerto internacional "Juan Santamaría", Ciudad de Alajuela, Costa Rica. De las dos horas de viaje, dormí, si mucho, 30 minutos y todavía nos faltan 18 kilómetros para llegar a San José. Un taxista tras otro nos ofrecen llevarnos al Centro Histórico por $30, $40, $50 y hasta $70 pero por menos de un dólar tomamos un bus en perfectas condiciones en una estación a la vuelta de la salida del aeropuerto y en menos de una hora ya estábamos haciendo fila en el banco para comprar colones e ir a almorzar. Fuimos al mercado y opté por un "casado" (almuerzo casero) que incluyera el típico "gallo pinto" tico (combinación de arroz y frijoles).

Quedamos en juntarnos con la hermana de mi primo -que horas antes había decidido acompañarme- y una amiga guatemalteca que está estudiando en la UCR pero una lluvia semejante pero más intensa que el "chipi chipi" cobanero nos hizo refugiarnos en un bar de la esquina. La hermana de mi primo no llegó y mi amiga llegó con "chiliguaro" (aguardiente tradicional costarricense combinado con salsas de chile picante). Desde el balcón contemplamos un desfile de paraguas y a un grupo de chicxs bailando pero no invocando ese "olvido del silencio del hambre y del ruido de la muerte" como ilustraría alguien en Guatemala.

Monumento a "Los presentes" del escultor costarricense
Fernando Calvo.
Foto: Gilberto Luna, Municipalidad de San José.
Como no paraba de llover, no nos quedó de otra más que seguir bebiendo una cerveza por aquí, un chiliguaro por allá. Así nos enteramos que Hernán Cattaneo ya estaba en Costa Rica para su presentación en el Club Vertigo. Mi primo (maldito blasfemo) no vendría con nosotrxs a la fiesta por lo que, cigarrillos después, nos separamos. Humo, música y ducha donde mi amiga y al Uber (Pre perfecto, si me lo preguntan). No son ni las 11 de la noche del último día de septiembre 2017 en las afueras del Centro Comercial donde se encuentra el Club. Un gusano humano lo envuelve. Nosotrxs fumamos.

La chica que verifica mi nombre en la lista de acreditaciones me pregunta por mi equipo de foto y video. Le digo que no uso, que vengo a bailar como se baila aquí para traducirlo en una suerte de crónica. Se ríe y me pone el brazalete. Subo las gradas y me topo con unos cuadros-espejos que me llevan al 2007 donde el inspector del colegio donde estudiaba nos formó en fila para ir a vernos en un espejo que había andado cargando en una cajita desde hace una semana advirtiendo que ahí estaba acumulando "todo lo que nos alejaba cada día de la victoria". "¿Habremos perdido?", me pregunté subiendo otro grupo de gradas. "Estoy aquí. Por fin. lo bueno de no tener nada es tampoco tener límites", pensé.

Me encontré primero con Elena, después con Leo. Ellxs -Mobius Strum- y Fredo Cortez -el propietario de Vértigo- le entregarían la cabina al argentino que, de un momento a otro, pasada la media noche, apareció a sus espaldas. Llevaba el dilema de entrevistarlo o no. Iba nervioso. No tenía nada qué preguntarle. Lo sé todo de él. Sé hasta que ahora vive en Buenos Aires con su esposa y sus tres hijas "para que adquirieran la identidad argentina" tras haber residido en Barcelona y antes en Londres. Sé que fue porque intencionalmente tocó un set aburridísimo en el extinto club Museum de Buenos Aires en el 98 (porque Los Chemical Brothers habían decidido reventar el dancefloor abriendo la noche que compartían cartel con Paul Oakenfold -el primer superstar dj de la historia- que estaba ahí cuando lo hizo y al escucharlo, le agradeció, lo invitó a su tour mundial y se lo llevó a Europa) que se le abrieron todas las puertas. Sé que concuerda con el inglés con que es un "entretenedor" pero también sé que difiere cuando entretiene a quien él quiere porque sabe que "a quienes les gusta Hernán Cattaneo, les encanta y para quienes no, ni existe" (hoy por hoy él decide a dónde ir y qué bookings aceptar). Sé de la descendencia de su disquera Sudbeat, del alcance y la cobertura global de su radio show Resident que todas las semanas presenta nueva música, de sus legendarias compilaciones para Renaissence y Balance, de su ejemplo para artistas como Guy J y sé de gente que lo sigue a todo el mundo. Como un peregrinaje.

Le pedí que le mandara saludos a sus fans en Guatemala a lo que me respondió "¿Cuándo voy a Guatemala?". ¿Qué le iba a decir? "Brother, ahorita estoy haciendo una coperacha en Guate para llevarte". No. No supe qué decirle así que le dije cualquier cosa, que la primera vez que visitó Guatemala, yo tenía 16 años y no me habían dejado entrar. Que había pensado en escribirle una carta pero que estaba ahí: Agradeciéndole y representando mínimamente. Sonrió, me agradeció, me dijo que le encantaría venir pronto a Guatemala y mandó saludos. Ahí tengo la grabación.

No cortó el set que le antecedía, más bien comenzó el suyo con este track:



Y lo que se anunciaba como una sesión de 2 a 4 horas, terminó siendo un viaje dentro del viaje de más de 8 horas (parecía que hablaba solo pero devolvió uno que otro saludo, no vi que bajara al baño sino hasta alrededor de las 9 de la mañana que gritos de agradecimiento inundaron el vacío que el Gary Stewart Audio System había dejado en un todavía poblado Club Vertigo -que había topado su capacidad dejando afuera a muchas personas con ticket en mano incluso). Mezcló, sin exagerar, más de 100 tracks. Los géneros musicales no existieron. O, por lo menos, no a golpes inmediatos. Muchos pasajes para meditar bailando eso sí. Hernán Cattaneo es un entretenedor que, contrario a distraerte, te enfoca entre los clímax y clímax que crea. Irradia sencillez. Es imposible temerle a la oscuridad cuando vuelve a ralentizar los sonidos para conectarse, pareciera, especialmente con vos y cada una de las almas que comparten la pista en un hilo invisible de satisfacción, como si todxs en ese cronotopo estuviéramos participando de otra dimensión de la experiencia humana: una donde se valía quedarse para siempre en esa noche porque el presente era un fin y no un subordinado del futuro.

jueves, 5 de octubre de 2017

—¿Qué lleva en su maleta? —Luces de colores, lo pasaré bien.

Eso dije en mi mente cuando la oficial me dejó abordar mi vuelo.

Lo acepto. Aún estaba ebrio. (Horas antes había bajado de Carretera a El Salvador y dormido una hora para estar a las 6 a. m. en el aeropuerto.) Pero le dije a la oficial que no bebía.

La noche anterior habíamos despedido a una amiga que se fue a vivir a La Antigua (o por lo menos esa fue mi excusa para enajenarme). Ya borracho le balbuceé al oído, "la otra noche tu hermana me preguntó por qué, si presumía conocerte-identificarme tanto con vos, no éramos más cercanos. Fue la noche que tembló. No supe cómo explicarle que no me acerco mucho a quienes se van. Que cuando quiero, quiero fuerte y me cuesta dejar ir. Que por eso quiero a muy pocas personas, animales y cosas. Porque no se irán, no sin mí. Aunque yo tienda a perderlas. Tu hermana me dijo que no podés curar a un enfermo usando su enfermedad como remedio. Que ya no podía ayudarte. Que yo también estaba enfermo. La otra noche le dije a mi primo que crecer sin burlarse del mundo y su moral era imposible, que dolía mucho y me recordé de vos y que te ibas."

En algún momento de la noche, ella puso esta canción y mientras me derretía en la pista pensaba en todas las noches que compartimos con las personas que queremos y cuanto quisiéramos que no terminaran nunca. Pensé en la gente que se fue, en lo que hicimos y dejamos de hacer, antes y después de ellas. Pensé en su hermana y en que si la quería ver, podía subir a buscarla a la habitación donde dormía. Por un instante, recordé a algunas de esas personas que no volví a ver.  Enumeré con quienes, algunas veces, sí nos habíamos visto. El vacío de no tener nada y la incertidumbre de no saber qué vendrá, se llenó de nostalgia, como si lo hubiera dejado todo en el pasado. Vi mi sombra intervenida por imágenes de aquellos lugares de los que sólo recuerdo el esmalte dorado del sol sobre el gris, donde se intercambiaban nuestras ingenuidades y algo nos tentaba a dejarnos ir, pensé en los lugares que no conocemos y concluí que la única vida que vale la pena ser vivida es aquella que merece repetirse.

Brindamos porque lo hablado, lo escuchado y lo bailado esa noche no se nos olvidara nunca. Cuando la oficial me dejó pasar, supe que a Costa Rica, llevaba buena suerte.


"Me colé en una fiesta" fue el tercer sencillo de Mecano, grupo español de tecno-pop, incluído en su álbum homónimo que debutó en 1982.