miércoles, 29 de agosto de 2018

Julio Hernández Cordón: "la fragilidad es vital para crear personajes"


Siempre que hablo del cineasta me es imposible no mencionar lo que le respondió a alguien que le preguntó cuál había sido su mayor dificultad para realizar Te Prometo Anarquía -que esa noche (de un lunes, si no mal recuerdo) presentaba fugazmente en la ciudad: "antes me preguntaban cuál había sido la mayor dificultad para realizar mis películas y respondía que era la falta de presupuesto; la mayor dificultad para realizar esta película fue contar con el presupuesto porque se me acabaron las excusas". (Había ganado -por segunda vez consecutiva- el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes de México.)

Años y premios después, nos referiremos a Hernández Cordón como uno de los principales responsables de la evolución que ha sufrido el cine en Guatemala no sólo por la inspiración que el autor representa para las nuevas generaciones al, prácticamente, haber inventado un nuevo género cinematográfico en el que no emplea actores profesionales sino que busca gente alrededor suya que podrían ser protagonistas de sus historias-estilo documental, sino también porque Julio ha querido compartir lo que se encuentra en los múltiples festivales alrededor del mundo en los que participa gestionando independientemente muestras de cine cuya programación no se ha repetido en el país.

Julio Hernández Cordón, un artesano nostálgicamente desarraigado (nació en los Estados Unidos, creció entre Guatemala y Costa Rica y ahora vive en México) pasó de "hacer lo que hace para él sin pedir opiniones para no deprimirse" a ser reconocido internacionalmente "por su particular mirada de la realidad". Googleando las entrevistas que le han hecho realmente queda poco por preguntarle (o por lo menos yo, por el momento, me quedo corto). Sin embargo, es un verdadero honor hablar(no sólo)de música con él a propósito de la retrospectiva de los últimos 10 años de su obra que ofrecerá en el ciclo de cine que lleva su nombre del 29 de agosto al 1 de septiembre en la Ciudad de Guatemala.


¿Quién y cómo se componen los soundtracks de tus películas?

Al inicio de mi carrera leí Las Notas del Cinematógrafo de Robert Bresson y él expusó que la música en el cine era un especie de delito. Por eso en Gasolina casi no hay música. Además la música es cara. Pero en todas las películas que he escrito lo hice con música y repito la canción 500 veces mientras escribo y otras 500 veces cuando estoy en el rodaje. Normalmente estoy con audífonos en el set escuchando música o la canción que me pone en un estado emocional de fragilidad.

Cuando me mudé a México mi relación con la música cambió. Por primera vez tuve dinero para comprar las canciones con las que escribía. Uso música que está en mi playlist de la computadora. Mi gusto es muy diverso.

¿Qué papel juega la música en tus filmes?

Normalmente es la fragilidad de mis personajes. Pero no intento acentuar nada quiero acompañar a mis personajes. También es una forma de decir está película es mía porque esa canción está en mi computadora.

¿Creés que se pueden encontrar verdaderos cortometrajes, por ejemplo, en videos musicales o creés que son formatos-industrias aparte?

Por supuesto. 

¿Alguna(s) recomendación(es)?

Artic Monkeys - Leave before the lights come on
Spiritualized - Hey Jane
Bonnie "Prince" Billy and Matt Sweeney - I gave you
Blood Orange - I'm sorry we lied 
Arcade Fire - The Suburbs
Beastie Boys - Sabotage


En una de las entrevistas que leí, mencionaste que estabas terminando de escribir "Neza" tu próximo proyecto. Recuerdo que, cuando presentaste "Atrás hay relámpagos" en Guatemala (te pregunté por la participación de tus hijas) ya estabas trabajando en "Cómprame un revólver". ¿Cómo manejás la continuidad? ¿Cómo decidís cuál será la próxima historia que contarás? ¿En qué te inspirás o qué criterios utilizas?

Hace dos años mis hijas se regresaron a Guatemala. Fue un golpe muy fuerte. Aún no me repongo. Por eso hice una película con ellas. Es una historia acerca de la paternidad, la infancia y las cosas que me gustaban de niño. Me sirvió para que ellas entiendan en qué consiste mi trabajo y por qué debo estar en México y no en Guatemala. Eso es Cómprame un revólver para mí.

Tengo una lista de películas pendientes. Por ejemplo, hay un guión terminado desde el 2013 que se llama Perros Románticos (antes se llamaba: Está escrito en sus árboles), pero preferí escribir Cómprame un revólver y hacerla primero. Mi decisión fue una corazonada. Te prometo anarquía iba a ser mi segunda película pero en Guatemala ningún skater se animó a actuar -el papel era un romance entre dos actores. También en ese momento la historia era más apegada a mi hermano y las cosas no estaban bien con él. Tuve que hacer cambios para realizarla y bueno, se la dediqué a él. Tampoco se podía conseguir el dinero para hacerla y eso me sirvió para salir de Guatemala. Algo que debí hacer antes y pospuse durante varios años por miedo a no dar la talla. pero necesito hacer películas constantemente, me pongo de mal humor y me deprimo si no lo hago. Por eso me fui o huí. Entonces dejaba a un lado mis guiones y me inventaba algo sin tanta parafernalia, cómo es el caso de Las Marimbas del Infierno, Hasta el sol tiene manchas, Ojalá el sol me esconda y Atrás hay relámpagos. Esas son películas que necesitaba hacer o me hundía en una depresión. Necesito cada cierto tiempo historias que me den la sensación que soy autosuficiente, que decido, me empodero.

"Cómprame un revólver" es la nueva producción de Julio Hernández Cordón en la que actúan sus hijas. Se estrenó en la 50a. Quincena de Realizadores de Cannes.

¿Sería mucho pedirte una playlist para escuchar de fondo entre película y película en el ciclo de cine que presentarás este año?

 

¿Hay algo que querrás decir/compartir para cerrar esta entrevista?

Guatemala me radicalizó en cierta forma de hacer el cine. Me dio los cimientos para hacer cine de guerrilla, humanizó mis historias y me hizo comprender que la fragilidad es vital para crear personajes.

miércoles, 8 de agosto de 2018

Un Disc Jockey, un Disque Jockey y un Dealer Jockey entran a un bar

     Como últimamente nos han estado invitando a tocar juntos, nos turnamos en qué carro nos vamos. La última vez, nos fuimos en el de aquel. Cuando terminó la fiesta, salimos caminando hacia el parqueo y nos subimos al carro. Aquel arrancó y a unos cien metros de camino, dijo: hijueputa vos… no nos pagaron. Regresemos, porque si no les cobramos a estos cerotes en el momento, después se tardan un año en pagar. Aquel retrocedió los cien metros que habíamos recorrido, se bajó del carro dejando la puerta abierta, las luces encendidas y a mí adentro. Metí la mano en el bolsillo de mi camisa como buscando algo y encontré algo que no llegaba a ser una bacha. La encendí. El fuego hizo un movimiento como señalando al camino de terracería que estaba afuera y el humo reveló los volcanes que lo rodeaban. Contemplando el paisaje de madrugada estaba cuando una mano entró por la ventana directo a quitarme la bacha de la boca seguida de otra mano con forma de puñetazo descolocado. ¡Brother! ¡Brother! ¿Qué está pasando? ¡Me estás confundiendo!, le gritaba, pero él (supe que era hombre por la voz) también me gritaba algo que no se le entendía porque parecía que se le había dislocado la mandíbula y no lograba articular palabra. Abrió la puerta y me dejó salir. ¿Quién putas te dio esto?, me dijo. ¿Quién putas te dio esto?, gritó, refiriéndose a la bacha que tenía en la mano que no estaba usando para sacar la pistola que llevaba en el cincho. ¿Qué está pasando brother? ¡Me estás confundiendo!, repetí. ¿No sabés quién soy?, le pregunté, sin ínfulas y a decirle iba que yo tampoco sabía quién era él, cuando se me tiró encima apoyándose en su arma sobre mi cuello y gritándome eufóricamente, ¡Vos sos el que no sabe quién soy yo!, ¡Decime quién putas te dio esto y qué estás haciendo aquí! Me golpeó con la cacha de la pistola y me permitió responder: Brother, este es un lugar donde se hacen fiestas, yo trabajo de DJ y me invitaron junto a mi compañero que es a quien estoy esperando dentro del carro. ¿Y, a qué fue?, me preguntó. —Fue a traer el dinero de nuestra paga. Puta pero mirá cómo deja el carro, con la puerta abierta y las luces encendidas, ¿quién se cree? ¡Ustedes no saben quién soy yo! ¡Decime quién putas te dio esto! Brother, en medio de la presentación alguien me la regaló. No tengo nada más. ¿Me podés explicar: qué está pasando? ¿Quién te invitó? El organizador de la fiesta. ¿Así?, dudó y continuó: llamalo pues. Vamos a ver si es cierto. Lo llamé y no me contestó. No me contesta, le dije, llamando otra vez. No contesta. Entrá a llamarlo, me ordenó y siguió: si no salís con él, hoy te vas a morir, sentenció apuntándome con la pistola.

     Entré y el organizador ya se había ido. Si salía, temía por mi vida así que corrí hacia una arboleda. Terminando de atravesarla estaba cuando me encontré de frente a mi compañero que había entrado por nuestro pago y al resto del crew de la fiesta desmontando todo. ¿Qué te pasó?, estás pálido, percibió. Sofocado, no le pude responder de inmediato pero de inmediato intenté contarles lo sucedido. Igh… te encontraste a ese cerote, me dijo lamentándose uno de los bartenders. Vení, me dijo otro, escondete aquí. Muchá, sigan desmontando, gritó nervioso. Me había subido al camión donde estaban cargando el equipo de sonido y desde adentro escuché: Bueno, hijos de la gran puta, vi que ese cerote salió corriendo y se vino para acá. Díganme dónde está o los mato a todos. Mala onda que por mí se arriesguen todos -que eran como treinta, pensé saliendo de mi escondite. Brother, el organizador ya se fue. Aquí está mi compañero, ya nos vamos. ¿Todo bien?, interpelé.

     —¿Todo bien?, repitió con tono burlón. ¡Vos no sabés quién soy yo!, mandibuleó. Otro de los bartenders (uno de quien no lo esperaba porque nunca nos hemos caído bien) le dijo: mano, ya nos vamos, ya nadie está consumiendo nada, ya estamos desmontando todo, aquellos son DJ’s de la ciudad y el organizador los invitó, dejanos ir porfa, porfa, porfa… En esas estábamos cuando caminando hacia nosotros desde un pick up una colombiana -lo supimos por el hablado- le decía papiii, ya deja de molestar a los chicos, vámonos… Llegó, le tomó la cara y le dio un beso. ¡Esperate!, le respondió medio empujándola y tomando la palabra: Aquí, toda la mota, todo el tiro, todas las pepas, todo lo que se consume es mío. Nadie puede vender ni consumir nada que no sea mío. ¿Está claro?, culminó interrogándonos a nosotros y sin esperar respuesta se dirigió a mí: Pedime disculpas. Si es lo que querés, discúlpame, le dije dándole la mano que me agarró con fuerza, como queriendo lastimarme. Vos, ordenó dirigiéndose a uno de los sujetos que estaban dentro del pick up, dale un cienito a aquel. El sujeto se bajó del carro y me lo dio. Y a vos, no te hago nada porque tenés cara de gracioso, dijo dirigiéndose a mi compañero. Pero sabés qué, tu gorra me gusta, le dijó quitándosela y poniéndosela en un arrebato. La colombiana lo tomó de la mano, lo haló y se lo llevó hacia el interior del pick up que, cuando estuvo arriba, se perdió resbalándose en la tierra.

*Esta historia me la contó hace meses un amigo DJ de Guatemala, días después de que casi lo mataran afuera de la fiesta donde lo invitaron a presentarse.