lunes, 28 de octubre de 2019

La serpiente se muerde la cola: Aitor Etxebarria presenta "Nihilism Part I"

¿Para qué existe el ser humano? Sí, ese mismo y cuyas razones, se ha causado tanto dolor a sí mismo a lo largo de su historia. ¿Acaso el ser humano no existe para algo específico? ¿Sólo existe y ya, como la secuela de un accidente? Eso nos haría procesos. El proceso de cada quien. Tenemos conciencia de nuestro limitado paso por el mundo. A eso le hemos llamado evolución: a lo que hemos aprovechado hacer durante el tiempo que ha durado nuestra vida. Lo hemos calificado. Hemos construido cualquier cantidad y variedad de arquetipos para validar nuestra existencia socialmente y justificar el accidente que nos trajo. Pero la vida sigue y ¿qué es lo que vale fuera de eso que hemos construido y ya no nos necesita para continuar aun cuando ya no estemos?

El tiempo es más grande que nosotros pero no tenemos tiempo para pensar en el tiempo que pasamos aquí porque tenemos “álguienes que ser”. El tiempo, ¿qué haríamos con el tiempo si no lo predestináramos a ser alguien pero nunca lo suficiente como para ya no querer ser alguien más y mejor? Somos objetos deseantes del status quo. Pasamos nuestra vida aspirando y somatizando lo que el mercado nos ofrece. EI trabajo es el síntoma de una enfermedad del alma: trabajamos porque “hemos pecado”. En el Paraíso, nadie trabajaba. Hemos subordinado nuestro presente al futuro. Ser sujeto es estar sujeto a defender los adjetivos que conlleva para siempre. Queremos ser un ejemplo. Queremos durar. O no queremos nada porque, ¿para qué querer? ¿Cuánto tienes que caminar por este camino antes de que veas a dónde conduce? Si es inevitable desear, es inevitable sufrir. ¿Cómo se pierde el gusto por el apetito de las cosas? Todos sufrimos. Nuestro dolor nos hace únicos. De muchos de nuestros productos es materia prima. Estamos programados para estar insatisfechos: la vida te va a dar lo que querés hasta que te des cuenta que no es eso. Hay una sola cosa que saber sobre el futuro: no es lo que pensamos. A quien te diga que hagás algo que tu “yo futuro” te agradezca decile que para saber lo que necesitarás/desearás en el futuro es menester satisfacer tus necesidades/deseos de hoy. Quitarte las dudas. Quitarte las ganas. Luchá por tu diferencia por pequeña que sea pues de ella emanarán todas tus virtudes. Luchá por tu diferencia por pequeña que sea pues de ella emanarán todas tus virtudes. Luchá por tu diferencia por pequeña que sea pues de ella emanarán todas tus virtudes. O no, no tenés que hacer algo con la información que tenés. Te podés quedar a observar. Y cuando decidan por vos, exigí, aunque no metás las manos. Llorá, mientras esperás. Llorá, llorar hace bien. Cuando las personas no lloran, llueve. Esperá, todo estará bien. Sabés que lo merecés, esperá; todo estará bien. Sabés que has renunciado a ser peor, que quien hace todo lo que puede con lo que tiene no tiene nada más ni mejor que hacer. Esperá, todo estará bien. Un día llegará tu día. El vacío que sentís dentro está hecho a la medida de lo que tenés para llenarlo. Es un vacío fértil. Esperá, todo estará bien. Decime qué haces mientras esperás y te diré quién sos. Esperá, todo estará bien. ¿Seguís ahí?


Si cuando compuso -y firmó por primera vez con nombre propio- el soundtrack para “Markak” (documental de Hannot Mintegia, 2016, en el que expone el bombardeo a su natal Guernica durante la guerra civil española) estaba componiendo música “contra el olvido”, era natural que del subconsciente de Aitor Etxebarria -hasta 2017 mejor conocido en la escena de música electrónica como El_Txef_A- emanara un impulso compositivo “a favor del sentido”, porque, como aquel truco mental de pensar en la muerte para, automáticamente, pensar en la vida, nadie puede tener encuentros cercanos con la historia y no salir al presente con una vocación exploratoria hacia el mismo sentido existencial -el sentido del sentido-, o sea, el significado de sobrevivir en desacuerdo con lo que ya se conoce e ir desarrollando un “andar” como práctica estética. “Nihilism Part I” es el título del nuevo álbum que el productor vasco sale a presentar luego de tres años en el estudio escribiendo las letras, explorando el canto y dibujando partituras para guitarra, pianos y sintetizadores y hasta músicos invitados. Nueve piezas oficializan este proyecto del que quienes saben comienzan a referirse como “un disco de Art Rock”. Cuarenta y un minutos de una densa danza de sombras que hoy han visto la luz bajo Mute Records y El Segell y que podés escuchar aquí mientras continuás leyendo:



Tras ocho meses de composición, las gotas de líquido vital caen tecla tras tecla en “Vacant” para saciar el propósito universal pero no es suficiente, una voz canta “There is space, inside you again, you are finally there, good bye, despair.” La claridad viene de la introspección y la introspección requiere de espacio y tiempo y el espacio y tiempo implican suficiencia y la suficiencia se adquiere vía la soledad así que, por si nadie te lo había dicho, podés sólo sentarte y observar. “Can’t see nobody” es la segunda canción del disco. Fue la que más tiempo le tomó a Etxebarria componer pues con esta fue que empezó a transitar un camino más orgánico, acústico y académico. ¿Cuántos antagonistas nos hace crear nuestro deseo de protagonismo en un cronotopo cuando y donde la competencia no existe? ¿Qué haremos cuando no haya nadie a quien culpar? ¿Y si resultáramos ser también un poco de todo contra lo que luchamos? “Just you and the trees”, canta, seguido de la trompeta de Amorante.

Los territorios son reflejo de los modelos de desarrollo como en “Awakening To Archaic Values” en la que micrófonos aéreos registran la influencia del cantautor euskera Mikel Laboa en cuatro músicos durante casi siete minutos. La Tierra es el paraíso del que fuimos expulsados. La dictadura y sistema de la naturaleza, cuyos sonidos no se interrumpen, nos exilió. En el espacio, si llegamos, las fortunas materiales producto de las victorias conquistadas no valdrán nada. No habrá necesidades que puedan ser mercantilizadas porque no estaremos todos los que aquí vivimos aspirando en condiciones desiguales. Allá irán unos pocos y no serán blancos, mujeres, negros… serán terrícolas frente a lo desconocido por el ser humano: ¿Esta colonización nos cohesionará como especie? O, ¿Quiénes serán los primeros habitantes humanos del espacio y quién y cómo se decidirá? ¿Para qué venimos al mundo? ¿Se lo podremos decir a lo que nos encontremos o estamos esperando que alguien de allá afuera nos revele algo que es tan obvio que lo olvidamos? La estridente verdad de la guitarra es precedida por la sentencia del Rhodes y se debate con la batería el sentido de una decadente espiral psicodélica que un grito desgarrador -del mismo Aitor- corta de tajo.


La obra, cuya estética suena forjada por el “andar” mencionado al inicio y el encuentro con mitos personificados alrededor del mundo, sigue en un depresivo paisaje post-rock con “Just Interpretations” en la que Aitor Etxebarria canta acompañado de guitarra en medio de un clímax de cuerdas. La vida eterna sólo serviría para corregir el mayor arrepentimiento que se encuentre en una revisión de la experiencia vital. Y para eso hay que vivir toda una vida cometiendo los errores cuya información, en vez de celebrar, actualmente condenamos. Lo único absoluto en la era de la interpretación es la relatividad con que cada quien se proyecta en su lectura de lo que habitualmente llamamos realidad. Prosigue con un luminoso arpegio de piano y guitarra: una espontánea y nostálgica colaboración con la cantante Elena Satien titulada "Little Too Soon" dedicada a un amigo fallecido recientemente. Y continúa con dos versiones de la ancestral “Etxean” (que en euskera significa “en casa”). En la pista cinco abre con un suspenso sostenido del Órgano Hammond como telón de fondo y del que emerge directo a la psicodelia que de nuevo produce el enfrentamiento entre la batería y la guitarra: Choque de estridencias. Golpes metalúrgicos. O alucinaciones. Los platos culminan la obertura. Cada alma es un campo de batalla entre la carne y del espíritu. Y en la pista seis, Aitor Etxebarria a capela.

El álbum llega a un escenario más minimalista, delirante y hasta travieso con “Black dog runs at night”, un blues psicodélico inspirado en la banda sonora que compuso Angelo Badalamenti para la película “Twin Peaks: Fire Walk with Me” de David Lynch. ¿El sufrimiento vencerá a la tentación? Y*** “Untitled 1”… Filosa trama jazzística en la que los drones del sintetizador y el clarinete del multi instrumentista vasco Amorante se mimetizan. Para ser tentado debe existir antes la tentación: ¿O sea que alguien la puso ahí para que cayéramos a propósito?

“Eterno Retorno” es la pieza de más larga duración y en su urobórica composición aparecen todos los elementos del álbum: el ascenso del sonido de la nada roto por glitches chellísticos envuelto por la densidad de la oscuridad que, amorfa, impotente y repelida por la luz se pronuncia con arenosa voz. Es muy tarde ya. Ya no puedes regresar. Ahora que dejaste de ser lo fuiste, debiste o pudiste ser es que empieza el camino para ser lo que sos. Ahora que entendés la vida, como cuando todo esté bien, volverá a empezar.



Texto: Gustavo Gómez / @alguienista
Imágenes: Aitor Etxebarria / www.aitoretxebarria.com 

***No fue incluida en el disco.

miércoles, 16 de octubre de 2019

Así suena el "Movimiento Para Cambio": nuevo álbum de Pelada en PAN


El dúo canadiense publica su primer disco. Un manifiesto combativo, anticapitalista, feminista, ecologista.

"No eres un producto, tienes que saber quién te archiva", grita la vocalista Chris Vargas en medio de un bombardeo del productor Tobias Rochman en "Asegura", el cuarto track de su recién estrenado "Movimiento Para Cambio", editado por la disquera berlinesa PAN.


A esas alturas, el LP se prepara para ingresar a "Granadilla", un mood (R&B/Ambient) y un sonido completamente opuesto del que traía (90's Soul Techno/House) durante los primeros tres tracks ("A mí me juzgan por ser mujer", "Ajetreo" y "Habla tu verdad") y a su vez al de "Caderona", que podría resumir el sonido y el mood del álbum en general: la música como mecanismo para exponer insights de la moral y la posición política de Pelada, algo que venían haciendo desde su "Digital EP" (que incluía "No hay" y "Ten Cuidado") y el single "Córrale", lanzados bajo su propio sello NEW entre 2016 y 2017.





Vargas habla -en tono punk/industrial- de poder, identidad, vigilancia y justicia ambiental sobre el rave de sintetizadores y bajos ácidos, breakbeats y perritmos de Rochman en un larga duración (de casi 46 minutos) que sigue con "Desatado" y "Perra".

El disco culmina con "Aquí", una declaración que dicta: "La naturaleza nos controla, no al revés, aquí nadie manda". El vinilo viene dentro de un empaque en el que se lee: "Abre tus ojos, la bestia se alimenta de la explotación". Escuchalo completo: