domingo, 10 de mayo de 2020

¿El rey ha muerto (formato festival), que viva el rey (underground revival)? Algunos apuntes sobre la escena postCOVID


Conforme pasan los días la incertidumbre sobre los calendarios crece. Industrial, laboral, académico, artístico, deportivo: en ninguno se sabe qué va a pasar, en qué día marcar la fecha de "reinicio". Lxs pesimistas dicen que hay que dar el año por perdido, que hay que preocuparse por sobrevivir y llegar al 2021. Lxs optimistas insisten en hackear la crisis, en buscar creativamente fórmulas y modelos para setear un "nuevo normal" y que no sea necesario esperar hasta que "todo regrese a ser como era antes" para volver a empezar porque en algo coinciden unxs y otrxs: nada volverá a ser lo que era y sea lo que vaya a ser, tomará tiempo en transformarse y después en dejarse comprender.

Lo cierto es que "todavía no hay cura para el COVID-19, no se sabe cuándo la habrá" y por lo tanto, no queda más que esperar y en el caso de los gobiernos, atenerse a las medidas que proporcionen los sistemas de salud. Dicho de otra manera: mientras los sistemas de salud no estén en capacidad de controlar la pandemia, los gobiernos no pueden levantar las restricciones para las aglomeraciones de personas.

Otra cosa cierta es que la política está regida, más que por la religión, por el mercado, entonces lo que está pasando es que por presiones económicas (¿sabemos o no sabemos de dónde vienen?), los gobiernos paralelamente a "no permitir que suba el número de muertes", están comenzando a "abrir el comercio". En principio, muchos colegios y universidades nunca dejaron de impartir clases (y en el caso de los privados nunca dejaron de cobrar) adoptando el exclusivo modelo de educación a distancia al que han accedido quienes tienen y pueden. Las instituciones educativas que no están impartiendo clases online y lxs estudiantes que no han podido acceder, se encuentran en un limbo temiendo perder el año. Ahora, muchas empresas industriales exigen la reapertura, incluso de fronteras. En muchos países del mundo ya se está viendo a las personas salir a trabajar o a ejercitarse, ya hay tránsito vehicular y las aerolíneas inician un proceso de adaptación.

El calendario más incierto es el artístico y el de la industria que conlleva las puestas en escena en formatos presenciales alrededor del mundo. Con el cierre de venues y la cancelación de eventos, se está viendo una sobreoferta de "livestreams" en Internet (algunos de mejor calidad que otros) como una de las primeras reacciones ante la imposibilidad de presentarse físicamente en vivo. Para lxs músicxs independientes, plataformas como Bandcamp están procurando apoyarles renunciando a su comisión por venta un viernes al mes y para lxs mainstream, las fechas más cotizadas de todo el año están siendo reprogramadas para los últimos meses del 2020 con más ilusión que cualquier otra cosa pues, lo dicho: no hay nada cierto.

Entonces, como no hay nada más que hacer, vale la pena imaginar posibilidades si este momento histórico para la humanidad "resetea" la industria artística y, con esto, la escena musical que participa de ella.

No habrá eventos masivos en mucho tiempo

Los megafestivales y las actuaciones que reúnen decenas de miles de personas (o tipo seis personas por metro cuadrado) son los principales afectados pues no podrán realizarse mientras la medida de dos metros de distanciamiento físico mínimo esté impuesta.

Una vez levantada esta medida, habrá que concretar y diseñar medidas de seguridad sanitaria para contrarrestar el esparcimiento del virus. Ya se habla de tomar la temperatura en el ingreso, mascarilla obligatoria (lo cual es un gran wtf porque, ¿cómo vas a beber y comer dentro del evento si te exigen y alguien está pendiente de que todo el tiempo tengás puesta la mascarilla?) y de fragmentar el espacio para que divida al público asistente en grupos que puedan mantener la distancia. También se habla de reducir costos de producción y subir el costo del boleto para regular la cantidad de asistentes y, con ello, la rentabilidad.

El fee de los artistas será reducido

Si los grandes rectores de la industria del "entretenimiento" musical en vivo deciden reducir costos de producción, eso incluirá la propuesta económica para los proveedores del talento artístico que contraten. Se habla de una reducción tanto para artistas como agentes de hasta el 50% pero vamos, esto no es tan negativo: habían honorarios inalcanzables (por no decir inhumanos) para escenas pequeñas. Es cierto que muchxs artistas no circularán tanto como antes pero es probable que quienes circulen sean algo más que músicxs o rockstars buscando fama y dinero.

El costo de los vuelos aumentará

La industria aeronáutica también será severamente afectada. Algunas de ellas, para dar una idea, anuncian que su capacidad y alcance de operación será "como hace treinta años". Esto supondría un costo mayor para quienes vuelen porque prácticamente también tendrán que pagar "por el asiento vacío de a la par". Las rutas que operarán son la otra gran interrogante pues dependen de las regulaciones de cada ciudad y país destino.

Regresarán los eventos con talento local o un solo headliner

Al reducirse la cantidad de grandes artistas internacionales circulando, se esperaría que lxs locales tomen protagonismo hasta que sea "necesario" de nuevo alimentarse de lo que está sucediendo afuera de su ciudad o país.

Esto no puede traducirse en programar a lxs artistas que hay porque no hay otrxs, no. Esto debe interpretarse como una oportunidad para visibilizar la calidad de artistas que estaba siendo sofocada por factores que no tienen nada que ver con música: nepotismo, estrategias digitales, entre otros.

Para las escenas pequeñas esto no será algo nuevo pero para las que acontecen en grandes ciudades sí: un/a solx DJ o una sola banda internacional alternando con talento local. Muchxs hemos leído o sabido de como fueron los inicios de las carreras de nuestrxs íconos: muchxs empezaron en un ambiente cabaretero, sólo ellxs con su guitarra o sus tornamesas cara a cara con el público. Esto abre la puerta a que, ante la restricción de aglomeraciones de personas, lxs DJ's y bandas opten por ofrecer varias fechas por día o los agentes y promotores ofrezcan una suerte de "residencias" para que lxs músicxs permanezcan por más tiempo en las ciudades ofreciendo varias fechas y participando en actividades formativas como talleres y conversatorios, etc. Todo un reposicionamiento del underground.

Vienen experiencias musicales híbridas

Las marcas de los patrocinadores seguirán buscando exposición y, en teoría, en estos tiempos, quienes no están asistiendo físicamente a un evento, son potenciales asistentes incluso al mismo evento pero virtualmente.

Como mencionamos al inicio, teniendo como referencia lo que marcas como Boiler Room han hecho, la sobredosis de transmisiones en vivo durante las casi dos cuarentenas que llevamos, ha dejado buenas y malas experiencias en términos técnicos, creativos, cualitativos y de alcance pero no cabe duda que vinieron para quedarse. Ya se habla de ofrecer contenidos digitales que anticipen, complementen y extiendan las experiencias físicas y, aunque es claro que la realidad virtual nunca reemplazará a la realidad presencial porque nunca podrá sustituir ni hacer sentir lo mismo que el contacto directo, la interactividad mediante interfaces tecnológicas muchas veces nos puede acercar más a la intimidad de nuestrxs ídolxs que comprando el boleto más caro e incluso nos podría hacer vivir la música multisensorialmente. Sí, hablamos de que el futuro de la música es su integración con la biotecnología pero mientras ese futuro llega, otro futuro ya está aquí: el de regresar a disfrutar y descubrir artistas sin tantos accesorios innecesarios y parafernalia que nos distraiga de lo importante.
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Tres cuestiones dejaremos en el tintero: ¿Cómo será y cómo se configura una nueva normalidad? ¿Qué es y cómo es la nueva masividad? ¿Cómo se pasa de comunidad artística o musical a gremio de artistas o músicxs? (Esta última para que, cuando la pandemia vuelva, haya algo ¿una institución de artistas para artistas? que lxs represente y apoye económica y legalmente más allá de la coincidencia de sus identidades expresivas, de sus esfuerzos estéticos hasta para hacer merch o las migajas que les dejan las plataformas de streaming y las tiendas de música online.)

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