domingo, 4 de abril de 2021

Historias desde la pista (I)


A más de un año de pandemia, la escena de música electrónica lentamente vuelve a activarse desde varias dinámicas: mientras en Inglaterra, donde los auxilios financieros del gobierno rescataron gran parte de la escena, la vacunación avanza y la apertura de clubes está anunciada para el 21 de junio, en países con economías cooptadas y sistemas de salud y gobernanza precarizados como Guatemala, Nicaragua, Ecuador, Colombia y México, entre otros, los 'plagues raves' nunca se detuvieron y los 'business dj's' siguen presentándose en fiestas con dudosos protocolos sanitarios (lo decimos por lo que se mira en las fotos y videos que publican).

Desde Brasil, donde la escena todavía está parada, abrimos la redacción de it's(not)all about music para que amigxs del blog alrededor del mundo, que llevan más de un año sin poder salir a bailar, compartan sus historias. Historias desde la pista. Estas son las primeras.

UNA NOCHE EN TREMOLO

Cuando vas a una fiesta, ¿qué sentimientos pasan por tu ser? Llegás, hacés la fila para entrar, la música se escucha cada vez más fuerte, tu sangre está corriendo cada vez un poco más rápido. Tu corazón palpita. Ya estás ahí. Cruzás la entrada y estás en otro mundo. La música te cautiva casi de forma instantánea, es como si hubiera una corriente de electricidad pasando por tu cuerpo. Estás en el dancefloor y sentís una conexión inexplicable, a pesar de no conocer a la mayoría, todos vibran en una misma frecuencia. Dejás de bailar, decidís dar una vuelta y ‘tirar la visual’. Un pintor que está sumergido en una obra abstracta capta tu mirada –las luces le dan un aura psicodélica a su arte– lo observás mientras plasma apasionado sobre su lienzo. De momento una chica te pide que te apartés, están haciendo un circulo. La mujer de fuego es hipnotizante, ‘¿cómo no se queman haciendo eso?’, pensás, te distraés con su danza, la gente aplaude y la alegría es contagiosa. Estás con tus amigos y no paras de reír por algún rebane clásico que se están tirando. De fondo se escuchan los gritos de los altibajos del dj set que tiene al público prendido, hora de bailar. Entrás con un poco de modestia y la música te atrapa, sonreís y cerrás los ojos. Que maldita felicidad. La gente grita, otros aplauden, podés distinguir casi cada detalle de ese track. Estás frente al parlante, ves a la DJ y sentís su energía. Es algo en realidad inexplicable. Casi fugaz. La fiesta termina, se dan los aplausos y la DJ agradece al público. Te acercás, ‘¡clase de música, gracias!’, le decís, se dan la mano, ella está igual de eufórica que vos. Ha sido una buena noche. Te encontrás a tu mejor amigo que buscaste toda la noche, ni sabías que estaba ahí. Se abrazan.

–¡¿Maje dónde estabas?!
–Bailando, ¡¿maje no escuchaste a esta chava?!’
–Sí, bomba de set.
–Sí
–Ahuevos, ¿dónde es el after?

Suzette A., Honduras.

*

PSYCHO

¿Lo levantás vos o lo levanto yo?
Hey, ¿lo levantás vos o lo levanto yo?
Me repetía al oído uno de los integrantes del crew que había organizado el rave en donde yo observaba perdidamente a un sujeto que minutos antes había estado bailando conmigo y ahora estaba tendido en el suelo, inmóvil, con los ojos cerrados: El cerote se estaba haciendo “el muerto” frente a la cabina del DJ.

Poco a poco las miradas de los presentes se iban acercando y lo rodeaban. Yo sabía que no estaba muerto pero, si no todos, la mayoría nos encontrábamos bajo efectos estupefacientes de todo tipo: Si les decía que el sujeto estaba fingiendo para llamar la atención, no me iban a creer y tampoco me podía ser indiferente porque, ¿y si era cierto?, ¿Y si se estaba ahogando con su propia lengua como le ha ocurrido a muchos que se duermen boca arriba tras ingerir una dosis de LSD?

Decime quién fue.
Te doy cien quetzales si me decís quién fue.
El mismo crew member que había acabado por levantar y devolver al dancefloor al imbécil que se estaba haciendo el muerto, me insistía -notoriamente molesto- que le señalara quién había llegado corriendo al escenario y se había tropezado llevándose unas telas de la decoración y uno de los monitores del sistema de sonido.

–Cuando lo vi irse al suelo, casi automática y simultáneamente recordé lo que habías hecho con el primer cerote y pensé: aquí estamos a favor de la vida, por eso venimos a meditar bailando, lo correcto es levantarlo inmediatamente, así que con un brazo lo devolví a la celebración y ni le vi la cara, le dije. Pero como que no me creyó porque no me dejó de observar el resto de la noche, como esperando que el tipo me llegara a agradecer para reconocerlo y echarlo de la fiesta, aunque nunca entendí a dónde lo iba a mandar, si estábamos en una ladera del lago y la única forma de regresar al pueblo era una lancha que zarpaba a la mañana siguiente.

Anónimo, Guatemala.
*

¿Tenés alguna historia o reflexión en la pista de baile que querrás compartir? Enviala vía itsnotallaboutmusic@gmail.com

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